Agnes es una adolescente aparentemente normal. Va al instituto del condado, hace deporte de vez en cuando y sale con chicos de su edad. Hasta que aparece Byron, un muchacho pálido, misterioso, sofisticado. Con un polo de Lacoste negro. La atracción es inmediata.
A partir de este momento empieza la acción en esta estupenda novela darkteen light. El acercamiento de los protagonistas es inevitable: encontronazos descritos con una poesía delicada y despreocupada, siempre bajo la mirada lúgubre de Agnes, flemática y dulce de una manera cuidadosamente macabra.
Sin duda, el mejor momento del libro es La fiesta salvaje de la Hermandad Nerd. Aquí la narración pasa a la voz de Byron, miembro predilecto del clan zombie, que queda eclipsado bajo el efecto del brillo ténue de Agnes, cuyo cerebro curiosamente no desprende ningún olor. Byron nos descubre su universo de olores cerebrales, dulces, agrios, grasientos... todos asociados a la calidad de sus mentes. Vamos conociendo así al resto de los personajes, incluida su aristocrática familia, hasta llegar a la víctima de la noche, una chica a la que elige por el calor que irradia su masa gris. Esta esecena desprende dulzura y delicadeza: cómo él se va acercando a la chica mientras flirtea con ella, le aparta el pelo de la coronilla con sumo cuidado para terminar sorbiéndole el cerebro en medio de dentelladas salvajes. Es así como Agnes descubre que Byron es un zombie. Si, un zombie. Brilla delante de los espejos y bajo bombillas sucias, los crucifijos le son indiferentes y además es capaz de saborear no sólo el cerebro, sino también la mente de los mortales. Agnes le ve en pleno trance animal, extasis que obliga a Byron a abalanzarse sobre ella a pesar de que el cupo cerebral diario ya lo tiene cubierto. Cuando está junto a Agnes queda aplacado por el nuevo descubrimiento: no hay olor que le sigua estimulando su ferocidad porque Agnes no tiene cerebro. Es una mortal, pero ella es distinta. Y este descubrimiento esperanzador es lo que les permitirá seguir unidos. Combatiendo al nuevo clan de malvados zombis. Zombis sin clase, ni conocimientos de etiqueta propios de la especie, de zonas marginales, sin modales y sin ningún control sobre su voracidad, apenas niños. Así es como comienza la saga de libros que recomiendo encarecidamente, por todos sus momentos llenos de acción y oscuridad iluminada por el romanticismo de sus personajes.
La autora, Melissa Stephens nació en Wisconsin en el año 1972 en el seno de una familia de clase media. Desde muy temprana edad se aficionó a la lecutura de novelas rosa, siendo Danielle Steel su escritora predilecta. Pero esta etapa soñadora se vió interrumpida con el descubrimiento de Drácula para adolescentes. Una versión del clásico de Stoker que cuenta con la censura de todos los fragmentos que se le pueden atribuir al terror como género. Seguido de la lectura, la escritura se convirtió en su segunda obsesión y así se ha convertido en una vendedora de betsellers nata, y conquista a la juventud con cada sus cinco libros publicados hasta ahora. Se rumorea que una vez conluida la saga, espera retirarse para dedicarse definitivamente a la pastelería gótica, su otra pasión.
Esperemos que sea pronto.
A partir de este momento empieza la acción en esta estupenda novela darkteen light. El acercamiento de los protagonistas es inevitable: encontronazos descritos con una poesía delicada y despreocupada, siempre bajo la mirada lúgubre de Agnes, flemática y dulce de una manera cuidadosamente macabra.
Sin duda, el mejor momento del libro es La fiesta salvaje de la Hermandad Nerd. Aquí la narración pasa a la voz de Byron, miembro predilecto del clan zombie, que queda eclipsado bajo el efecto del brillo ténue de Agnes, cuyo cerebro curiosamente no desprende ningún olor. Byron nos descubre su universo de olores cerebrales, dulces, agrios, grasientos... todos asociados a la calidad de sus mentes. Vamos conociendo así al resto de los personajes, incluida su aristocrática familia, hasta llegar a la víctima de la noche, una chica a la que elige por el calor que irradia su masa gris. Esta esecena desprende dulzura y delicadeza: cómo él se va acercando a la chica mientras flirtea con ella, le aparta el pelo de la coronilla con sumo cuidado para terminar sorbiéndole el cerebro en medio de dentelladas salvajes. Es así como Agnes descubre que Byron es un zombie. Si, un zombie. Brilla delante de los espejos y bajo bombillas sucias, los crucifijos le son indiferentes y además es capaz de saborear no sólo el cerebro, sino también la mente de los mortales. Agnes le ve en pleno trance animal, extasis que obliga a Byron a abalanzarse sobre ella a pesar de que el cupo cerebral diario ya lo tiene cubierto. Cuando está junto a Agnes queda aplacado por el nuevo descubrimiento: no hay olor que le sigua estimulando su ferocidad porque Agnes no tiene cerebro. Es una mortal, pero ella es distinta. Y este descubrimiento esperanzador es lo que les permitirá seguir unidos. Combatiendo al nuevo clan de malvados zombis. Zombis sin clase, ni conocimientos de etiqueta propios de la especie, de zonas marginales, sin modales y sin ningún control sobre su voracidad, apenas niños. Así es como comienza la saga de libros que recomiendo encarecidamente, por todos sus momentos llenos de acción y oscuridad iluminada por el romanticismo de sus personajes.
La autora, Melissa Stephens nació en Wisconsin en el año 1972 en el seno de una familia de clase media. Desde muy temprana edad se aficionó a la lecutura de novelas rosa, siendo Danielle Steel su escritora predilecta. Pero esta etapa soñadora se vió interrumpida con el descubrimiento de Drácula para adolescentes. Una versión del clásico de Stoker que cuenta con la censura de todos los fragmentos que se le pueden atribuir al terror como género. Seguido de la lectura, la escritura se convirtió en su segunda obsesión y así se ha convertido en una vendedora de betsellers nata, y conquista a la juventud con cada sus cinco libros publicados hasta ahora. Se rumorea que una vez conluida la saga, espera retirarse para dedicarse definitivamente a la pastelería gótica, su otra pasión.
Esperemos que sea pronto.
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