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jueves, 31 de diciembre de 2015

Biblioteca espejo. La maldición de Caragris.

Un futuro lejano: año 2017. New Yersey, Biblioteca de la facultad de Ingeniería Homeopática de Princeton. 6.35 de la mañana. Jeffrey Appston Junior, comienza su habitual jornada laboral de auxiliar de biblioteca. Sus colegas se encargan de los pedidos del personal docente universitario, principalmente monografías con los estudios y enfoques más recientes de ese fascinante terreno acuoso al que consagran sus vidas. Mientras tanto, como cada mañana, Jeffrey se dedica a la ordenación de la colección en la estantería, no sin cierto resquemor. La escoria intelectual, siguiendo la CDU, ha clasificado todos los fondos que ingresan allí en el número dos (religión). Atempera su intenso, aunque pasajero malestar con un flus de un botecito de Flores de Bach directo a su diminuta úvula, que siempre lleva en el bolsillo izquierdo de su camisa, junto con el bolígrafo verde (y las llaves del trastero).
Cuando J. A. Junior se dispone a ubicar un libro que algún estudiante despistado no ha dejado en el carrito, se percata de que las estanterías, lejos de contener el habitual material ultraespecializado de su facultad, tiene literatura en general que no había visto nunca antes. Novelas, poemarios, obras de teatro, operetas. Pero cuando regresa del mostrador tras comentar la situación, circunstancia que sus compañeros niegan tranquila y tajantemente, Jeffrey se encuentra con que esa misma balda está ahora completamente vacía. La biblioteca, amplia, luminosa, que rezumaba calma, blancura, limpieza, vapor, amplitud de espíritu y de mente, se convierte, en ese mismo momento, en un laberinto impredecible y nauseabundo para nuestro querido auxiliar bibliotecario. Porque en este nuevo espacio, los títulos van cambiando con la mirada del espectador. La nueva biblioteca es un gran organismo vivo que se nutre de la desesperación y la congoja del carismático, aunque con un ignorado pero intuido trastorno antisocial, Jeffrey.  

Una mañana mientras ordena azarosamente entre los ahora kilométricos y tortuosos pasillos, una misteriosa anciana diminuta le señala un libro en concreto. De cuclillas, J. A. Junior ya no se sorprende al ver que la mujer ha desaparecido antes de llegar al final del pasillo. El desfile de títulos que mutan y se desfiguran continuamente le ha despojado de la capacidad de asombro, cualidad presente en cualquier persona que se quiera considerar decente. Tras ese libro brilla una intensa luz, y cuando lo aparta no se encuentra con un padre gritón en escafandra como en la nada recomendable y aséptica a la par que vomitiva película de Christopher Nolan. No. Jeffrey se encontrará por primera vez con el lugar de no retorno. Con el mismísimo horror ante una versión siniestra en su similitud a la propia vida real, igual que en la película Coherence ante el desfile de casas y otros yoes posibles. Detrás de ese libro señalado por la misteriosa señora pequeñita, titulado Mis tres soles, se encuentra la biblioteca que Junior ama y conoce. Ese hueco es una puerta a un mundo paralelo en dónde cada libro está en su lugar y hay un lugar para cada libro, y que podría ser el sitio al que verdaderamente pertenece y del que quizás fue expulsado antes de la vorágine sin saber cómo, o por qué. Por esa ranura puede observar a Él Mismo, nombre con el que Jeffrey bautiza a su otro yo, sintiendo que Él Mismo, este otro Jeffrey es quien él era y quisiera ser (incluso aunque el de esta versión tiene un abundante bigote pelirojo a lo Nietzsche y una castaña cabellera a lo Mitch Buchannon). Para él es un pulcro, discreto y sutilmente atractivo señor de mediana edad que se mueve con seguridad y confianza (desde su perspectiva, claro, más adelante se confirman las sospechas que la autora va cultivando desde el inicio como ligeros destellos: Junior es un entrañable autómata con sentimientos que por momentos se vuelve interesante en su crisis existencial, aunque y a pesar de que en cada situación termine por triunfar el escalofrío involuntario que produce con su presencia... seguido de cierta ternura). 

Este maravilloso preámbulo es el punto de partida de la primera parte de la saga Biblioteca Espejo. Obra inclasificable pero con claras influencias de la ciencia ficción de Killgore Trout y Philip J. Farmer, del carácter detectivesco de Jessica Fletcher y el espíritu pacífico y burlón del Bokononismo. Este primer título, La maldición de Caragris, es sencillamente genial. Aunque pueda parecer que en esta entrada ya se ha contado prácticamente todo, no es más que el inicio de una aventura que se extiende con una ligereza y hondura apabullante, a lo largo de dieciocho libros, que dejan al terminar, con ganas de más. Porque la británica Alana Lindersson, además de ser una fructífera novelista que sabe atrapar al lector, logra, con su estilo frío y austero, que se asista a un viaje por los más oscuros y recónditos recovecos del alma humana, y que ese viaje se alterne inevitablemente con carcajadas desquiciadas o de pura risa alegre. Agujeros negros, sectas secretas, informática y nuevas tecnologías, movimientos creacionistas, robots y extraterrestres, cordilleras montañosas, corrupción, humor, filosofía, versos y multiversos, conspiraciones antiparanoicas, y guiños constantes a sus ídolos eternos, muchos de ellos reseñados en este estupendo blog. 

Situada en un presente alternativo que dentro de la obra se señala como futuro utópico, recrea el ambiente académico de la universidad norteamericana. Trata de refilón el tema de las clases sociales, el uso de las amistades y contactos de influencia para el posicionamiento en esas escalas sociales y también, con mayor protagonismo, el rigor en las investigaciones. Con la ayuda de su lirismo frugal, logra una identificación total del ámbito que recrea con una sensación abrumadora de calma sobria que despierta y trae junto al lector la presencia constante del humo y el olor de un puro. No sabemos si Habano, o no. Pero una vez ventilada la habitación, todo son sobresaltos porque las caídas en esta novela son repentinas y en picado, y los ascensos vertiginosos. 

Háganme caso, queridísimos lectores, esta entrada no es más que un brevísimo resumen de lo que se pueden encontrar en La maldición de Caragris en concreto y en la saga Biblioteca espejo en general. Aunque extensa y llena de detalles, no es más que un anuncio, que no teaser, como muchos se empeñan en igualar al trailer a pesar de que no son exactamente lo mismo. Como les decíamos, se trata pues, de una entrada que pretende abrir el apetito del lector para que devore sin delicadeza alguna esta saga descomunal. Biblioteca espejo es el nacimiento de un universo que les hará habitar otra realidad, y que además absorberá a la nostalgia con un fuerte y sonoro sorbo demoledor.

2 comentarios:

Knut dijo...

Oh, maravilloso, sencilla y llanamente magistral!

Maud Turanga Fenderson dijo...

Muchísimas gracias por leernos, Knut!. Espero que la saga te guste tanto como la entrada. Y que te animes a hacer la reseña del siguiente libro de esta misma saga, o de cualquier otro.

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