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lunes, 14 de mayo de 2012

Muerto, está muerto

 
Un grupo de personas aparentemente desvinculadas entre sí se ven unidas por una invitación misteriosa. Bajo amenaza o soborno deben acudir al funeral de un amigo que sin saberlo tienen en común. Lo más extraño es de quien viene la noticia, Téleio Kenó, un anciano con rasgos orientales y semblante siniestro que aparece de la nada en los momentos y lugares más inesperados. 
Una vez allí reunidos los personajes tienen su primer encuentro. Para su sorpresa ninguno se conoce, no hay familiares del difunto, ellos cinco, dos mujeres y tres hombres, son los únicos en esa lúgubre y de pronto minúscula sala. Entonces el hombre misterioso hace acto de presencia y después de estremecer a los asistentes con una escalofriante carcajada descubre un ataúd vacío del que se derrama una cascada de humo tóxico. Las puertas están cerradas, no hay escapatoria. Téleio, protegido con una máscara de gas que ocultaba bajo su túnica comienza a arrojar los cadáveres al ataúd. Un falso ataúd que oculta un foso. Téleio saca triunfal un pedazo de papel, una lista en la que están tachados todos los nombres y justo en el momento en que descubre horrorizado que falta una persona, Einar sale de la fosa común y le arranca la máscara al malvado que se precipita a la muerte susurrando el nombre del ausente.

Este es el comienzo de Muerto, está muerto, decimonovena obra del genial Frederick Münchausen. Misteriosa, ácida y mordaz, consigue mantener la tensión durante toda la obra, que se centra en el personaje ausente Aaron Nagell al que le llega tarde la primera invitación y del que Téleio inexplicablemente(en apariencia) se olvida. A medio camino entre la novela policíaca y el terror sobrenatural, es sin duda una de las mejores obras del alemán afincado en Santa Clara, California. Entregado al terror desde sus inicios nos sorprende ahora con este nuevo matiz perteneciente a la novela negra pero que termina por llevarse a su terreno con su característico estilo y atmósfera incómoda, densa, y su capacidad para mantener el interés del lector hasta la última palabra del libro (que por cierto es “aguacate”). Así que en definitiva, si quieren pasar un mal rato, si quieren sentir emociones fuertes, éste es el libro que estaban buscando.


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